sábado, 13 de marzo de 2010

Que fea es la verdad después de la duda.
Que feo enterarse lo que uno no imaginaba.
Que feo confirmar sospechas.
Que feo darse cuenta de tanto, en tan poco tiempo.
Que vergüenza que, eso de lo que me entero, hecha por tierra todas mis dudas.
Que vergüenza haber armado un circo donde no existía.
Que vergüenza que me demuestres, sin querer, que estaba equivocado.
Que vergüenza retractarme de tantos pensamientos inconclusos, e incómodos.
Que placer poder empezar a disfrutarte, de nuevo.
Que placer pensar sólo en que nos amamos.
Que placer sentirte más mía que nunca; y yo, más tuyo que jamás.
Que placer relajarme, para vivirte.
Creo que no me alcanza el perdón de los perdones.
Creo que nos sobran los motivos.
Creo que nunca estuve tan, pero tan seguro de mí.
Creo que nunca estuve tan, pero tan seguro... de vos, DE NOSOTROS!

Si de algo también me arrepiento, es de los textos que anteceden a este. Son dignos de supresión, me avergüenzan, y me humillan. Pero reconozco que me equivoqué, y como aprendizaje para mí mismo, quedan plasmados acá, para leerlos y releerlos, y recordarme cada tanto, que también me equivoco, que también soy persona, que también puedo aprender de mi mismo. Serán, de aquí en adelante, mi escuela del amor, para poder comprender que tengo que dejarme llevar más por el corazón, que por la cabeza.

Te amo mi amor. Si supieras de todo esto, sería todo más fácil.

No hay comentarios: