viernes, 3 de agosto de 2012

lunes, 25 de junio de 2012

El fin del letargo

El valor de las palabras, pocas veces depende más de quien salen, que de la situación en la que se pronuncian. Y más pocas aún, depende de ambas, es decir, de quien salen, y en qué contexto se pronuncian.
En mis cortos 28 años, pocas veces escuché una frase que me haga tan responsable. Nunca sentí este sentimiento de pertenencia, de responsabilidad, de admiración, de presión inmensa para tomar una decisión.
Nunca sentí tan adentro el rebote de unas palabras, que buscaban desesperadas la salida, mientras mi cuerpo se impermeabilizaba obligándome a aprehenderlas, asimilarlas, a hacelras mías. Iban de mi cabeza, haciéndome pensar, a mi corazón, haciéndolo latir a mil por hora, pasando por mis pulmones, para que en el intento de entenderlas, no me olvide de respirar.
Sí, son para mi. ¿Qué hago con todo eso? ¿Como tan pocas, sólo 4 palabras, me pegaron un sopapo tan despavilador?
No es la primera vez que las escucho, y sin embargo, esta vez sonaron como nunca. En otras oportunidades, no fueron más que "un decir", una frase hecha, que acostumbramos, los padres "de fines de semana" como yo, a escuchar ante cualquier conflicto familiar, y a hacer oídos sordos, sabiendo que sólo es un capricho infantil.
Se me adelantó casi media vida, lo que anhelo hace años, aunque de manera distinta, hoy está a mi alcance. La preocupación, responsabilidad y decisión que requiere este tramo, no opacan mi felicidad por haber terminado este letargo de guardar durante 5 años un pijama para que uses sólo el sábado a la noche.
Con los ojos llorozos de nostalgia, las mejillas coloradas de la presión, las manitos temblorosas que entendía que estaba por decir algo ya repetido, pero esta vez con la seriedad que amerita creer, preocuparse y ocuparse, y una intensidad nunca antes revelada, mi hijo pronunció 4 palabras que me obligaron a voltearme para esconder una lágrima: QUIERO VIVIR CON VOS.
Voy a poner el 99% de mi para tu felicidad. El 1% restante lo ocuparé para tomar agua y respirar, y así poder continuar.
Sentimientos de padre que, aunque no lo parí, hace 7 años y 9 meses que los siento adentro.



sábado, 24 de marzo de 2012

La vencida, no es la tercera; sino la última.

Viene retrasado, no es el de primera clase, el que me perdí, aunque silva despacito. Éste tren, viene de rumbos ajenos, con más obligaciones que ganas, más deberes que deseos. Está en mí revertir eso. Cambiar las obligaciones por proyectos, los deberes por anhelos. De a poco lo logro, de a poco dejo de lograrlo.
Sufrí mucho el desarraigo. Sufrí la distancia, como nunca había sufrido algo. Me sentí solo, absolutamente solo. Sin apoyo, sin cariño, sin importancia, sin familia, sin amigos. Caí muy bajo, me abandoné, me dejé ir. Un sólo cumpleaños, aunque recorriendo hospitales, fui feliz. Gracias!
Cuando volví, me costó otro tanto acomodarme. Me rodearon los afectos, me colmaron el alma, y acomodé mi cabeza. Todo con un tiempo, que no logro acortar. Todo me cuesta horrores, todo me lleva más tiempo del esperado, del que quisiera que me lleve. Pero lo logro, a mi manera, a mis malditos tiempos, pero lo logro.
Ahora me toca de nuevo. Ahí voy, con los sueños más allá de las nubes pero con las energías por el piso. Los sueños son imprescindibles... las energías, recargables!!
Más tranquilo que nunca, me subo a este tren, aunque viejito ya, y oliendo a humedad, yo sé que me lleva donde quiero ir, donde quiero estar, donde te quiero llevar.
El sueño de "tener" que llevarte a la escuela, sigue intacto. Y te voy a enseñar dos cosas: La primera, es que no aprendas de mis tiempos. Te juro que es insoportable ser tan imbécil. La segunda, es la perseverancia. No existe la prueba y error ad eternum... en algún momento, llegan los resultados. La vencida, no es la tercera... sino, la última.
Vas a ver...

miércoles, 28 de diciembre de 2011

Sexo frío. Tímido. Ajeno, lejano. Sexo callado, distante. Sexo necesario en vez de deseado. Excitante, pero sin amantes. Que vacío nos une en tu cama. Vacío que hoy llenamos, pero sólo con sexo. Nos queremos tanto de la boca para afuera, que hasta parece cierto.